La palabra que en los dos días anteriores había surgido afanosamente, en este momento se hizo ajena a los miembros del grupo. La palabra fiel a las tradiciones ancestrales se esfumo por completo por espacio de más de tres minutos, luego la voz de los ancianos y dirigentes indígenas fue surgiendo temblorosa y pausada reflejando un hondo pesar. Sencillamente era la nostalgia que producen las despedidas y el final de las cosas que nos atrapan por su interés y por el beneficio que nos ofrecieron y por la incertidumbre que nos envuelve cuando comenzamos un nuevo ciclo de la vida.
Carlos Amaya, autoridad del pueblo sikuani, fue quien rompió el largo silencio expresando su agradecimiento... las 17 personas reunidas en Puerto Gaitán, Meta, participaron en el último taller de la segunda fase del Proyecto de Fortalecimiento y apoyo al Derecho Mayor de los pueblos indígenas de la Orinoquía colombiana. Este proyecto fue impulsado por el Consejo Superior de la Judicatura y desarrollado por la Fundacion Hemera en apoyo del resguardo indígena el Turpial la Victoria.
Cuando Amaya, traductor de la IPS Unuma de la Asociación de Cabildos Indígenas del Meta, ACIM, inició su discurso el silencio del Llano se hacía abrumador; en su lengua materna y luego en castellano agradeció a los representantes de cada pueblo: achaguas, piapocos, salibas y sikuanis; agradeció a quienes gestaron, ejecutaron y desarrollaron el proyecto, "este proyecto se convirtió en un proceso que apenas comienza".
El líder sikuani agradeció a Actualidad Étnica por visibilizar estas situaciones, "este tipo de situaciones son muy importantes para el fortalecimiento de la cultura indígena". Valoró, además, que los pueblos indígenas rescaten y hagan valer sus derechos, "que en tiempos anteriores mantuvieron olvidados".
Las ovaciones no se hicieron esperar ante este sentido pronunciamiento y los demás participantes se fueron animando y pronto se hicieron escuchar. Lo que ocurrió allí no fue un arrebato de sentimentalismo, fue un sentimiento que expresó "la constancia de los pueblos indígenas que van implementando poco a poco los mecanismos para desarrollar su justicia propia", le dijo a Actualidad Étnica Francisco Salazar, abogado y realizador del Taller. Admitió, el jurista, que "algunos pueblos lo han hecho de manera más avanzada y decidida que otros; la Orinoquía ha tenido un atraso marcado en la implementación de la justicia propia. Los indígenas de esta región son pueblos cuyas condiciones sociales -las condiciones especificas de la época- hacen que estén muy marginados y demográficamente débiles; no han desarrollado formas organizativas muy ligadas a las organizaciones centrales y por eso sus experiencias son pocas en este campo". Por los avances en materia de derechos que expresaron los indígenas, Salazar se mostró muy satisfecho.
Este atraso regional marcó profundamente a los indígenas de estos cuatro pueblos milenarios que reclaman continuidad del proyecto; consideran este espacio como fundamental y necesario para fortalecer su autonomía jurídica y crear mecanismos de coordinación con la justicia ordinaria para que no haya agresiones de ninguna de las partes. "Este proyecto ha sido pionero; comenzó con un pueblo pequeño -de menos de 500 habitantes- el achagua, pero en cuyo seno hay cuatro pueblos representados: los sikuanis, piapocos, salibas y achaguas. Desde la investigación interna hasta la implementación ha sido un proceso de avance hacia nuevos horizontes: de romper barreras y proyectar una iniciativa de derecho mayor a partir de esta experiencia", manifestó el abogado Francisco.
La expresión simultánea de júbilo que expresaron los asistentes, durante la culminación del taller, denotó la inmensa madurez que producen los procesos de lucha y las satisfacciones de ser hijos del agua, de la tierra, del llano, de la montaña y miembro de las comunidades indígenas que forjan un mundo diferente, pero con una mirada tolerante de reconocimiento, aceptación y respeto mutuo.
Salazar considero que este "ha sido un proceso bonito que se reflejo en la participación de varios gobernadores y autoridades sikuanis invitando a que el proyecto continué y que se desarrolle una fase específicamente sikuani y a que se trabaje el desarrollo de un Tribunal de Justicia -sikuani- Indígena; en fin los horizontes son grandes y los desafíos también. La puerta está abierta para hacer actividades, para mirar el horizonte en la perspectiva de la articulación entre distintos derechos mayores del pluralismo jurídico en la Orinoquía con un sistema judicial que desarrolle la perspectiva de los derechos propios, así como de los indígenas que vienen trabajando en su propia Escuela de Derecho Mayor".
También el horizonte de los Llanos orientales es grandioso y acogedor, sus noches transcurren en medio del silencio sublime que se rompe con la fresca mañana cuando "el Universo despierta" como dicen los indígenas que cuentan historias de amor y de dolor. Estas historias que cuentan los ancianos sabedores están llenas de vida y asombro. Los ancianos son los más interesados en fortalecer su jurisdicción y su espíritu vivo, pero abatido por las secuelas de un pasado reciente de agresión, muerte y persecución que a veces revive en medio de un conflicto que aniquila vidas de personas humildes e indefensas; un conflicto que arrasa con valores, principios y códigos de honor antes inviolables.
Distintos dirigentes indígenas que hablaron con Actualidad Étnica expresaron su interés en continuar el proceso de fortalecimiento de su Derecho Mayor y valoraron este proyecto como fundamental y necesario. Carlos Sosa, autoridad sikuani expresó que desde muchos años atrás ha habido esa necesidad; "porque somos un pueblo que necesitamos unas leyes que sean hechas por nosotros para tener argumentos o formas de juzgar y sancionar a nuestra gente que cometa errores".
Sosa considera indispensable continuar con el proyecto; "es muy importante para los pueblos indígenas conocer su Derecho Mayor; este proceso es necesario para complementar y establecer códigos para ejercer y aplicar justicia en la comunidad; es necesario sancionar a quienes cometen infracciones que atenten contra el pueblo sikuani". Valoró, también, que las comunidades hayan recibido con ánimo esta iniciativa y aseguró que el proyecto respondió, en gran parte, a las expectativas del pueblo sikuani.
Las satisfacciones al visitar el Llano ilimite y bravío son muchas; el alma de la naturaleza acoge con su belleza y su tosquedad. El Llano enseña cosas hermosas como la brisa pura y reconfortante al agobiador calor, una brisa que ameniza el plácido silencio nocturno. El coro angelical de los pájaros al despuntar la mañana, el regocijo de sus aguas, la generosidad y cordialidad de las comunidades indígenas son pilares del entorno llanero.
Pero también, y esto lo atestiguan sus habitantes, es cierto que a la llanura no se le doma fácilmente; su medio de vida requiere de coraje, astucia y sencillez para sobreponerse a los retos y al honor que implica ser llanero y ser indígena al mismo tiempo. Para los indígenas su sabiduría es la que les ha enseñado a enfrentarse a los peligros constantes que rondan las sabanas del Orinoco; ellos enseñan que el espíritu de las aguas cuando se desborda arrasa hasta con el más hábil, pero se le puede apaciguar con rezos y valor. El miedo no es muy frecuente en estas regiones; "o te decides o la Llanura te absorbe" sentencia un anciano piapoco. ¡Cuántos se han perdido en la Llanura sin conocer sus grandezas, sus encantos y sin enfrentarse con valentía a sus peligros!
Don Floro del pueblo piapoco expresó, "con un solo rezo, una sola oración se puede inmovilizar al más feroz reptil y con una sola mirada puede, uno, hacerse invisible ante un enemigo que le asedie". Pero ante estos peligros y ante las mismas agresiones del ‘hombre blanco' que en el Llano se ha convertido en otra ‘fiera' que devora con su avidez las esperanzas de los nativos, ante todo esto los indígenas han perdurado. Han pervivido enfrentándose con dignidad a un medio hostil e inseguro que les acecha.
Los indígenas se proyectan como parte fundamental del porvenir de esta nación que divaga entre el moralismo y la corrupción, entre la generosidad y la mojigatería, entre la sabiduría y la irracionalidad, entre le terrorismo ilegal y el terrorismo institucional de algunos estamentos del Estado. Los indígenas sueñan con un país amable para convivir sin agresiones son concientes que vivimos en un país que se emerge entre la gloria y la decadencia, entre la esperanza y la fatalidad, entre el crecimiento económico y la pobreza extrema, entre la arrogancia y la nobleza de sus gentes.
Mientras el país continúa en la búsqueda de un horizonte, "los indígenas avanzan en el fortalecimiento de su cultura y la autonomía de cada líder, de cada anciano; aprendiendo a ver que tienen su derecho y la potestad de mandar en su territorio", aseguró José del Carmen Ruiz, líder del pueblo achagua y uno de los gestores del proyecto. Se mostró muy satisfecho del avance y del fortalecimiento del Derecho Mayor; "el avance del proyecto se evidencia en la respuesta de las comunidades, que al comienzo no entendían, pero hoy asumen como suyo este proceso. La gente dice ‘somos autoridades, somos capaces de juzgar".
Llegar hasta este punto les ha costado a los pueblos de la Orinoquía largos periodos de oscuridad, en su mente ronda ese pasado que de alguna manera les inquieta; "a los indígenas los mataban porque había que sacarlos de su tierra, detrás venía ‘gente blanca' con plata para comprar esos terrenos que habitaban los nativos y había que quitarlos de en medio a cualquier precio", este recuerdo ignominioso ronda la memoria indígena como las fieras rondan constantemente la manigua al acecho de su presa.
La última mitad del siglo pasado fue la arremetida más feroz del ‘animal racional' conocido por los indígenas como el ‘hombre blanco' contra los aborígenes que poblaban las bastas llanuras. Colonos al amparo de los militares y con el visto bueno de sectores políticos, la iglesia y la ‘gente de bien' emprendieron contra los indígenas una despiadada cacería de brujas a puntas de ultrajes, despojos, asesinatos, persecuciones y desapariciones. No obstante los indígenas hablan de esperanza y perdón, más que de resentimiento y dolor, en sus percepciones hay voluntad para interlocutor con el gobierno, quieren ser parte de la solución al conflicto; en sus fines hay una propuesta de paz y un no a la violencia. "no queremos más agresiones, no queremos que se nos lesione nuestra integridad ni que se afecte nuestra dignidad, así como no queremos agredir, ni lesionar a otros seres humanos", expresó muy conmocionada Mercedes Rodríguez, una mujer indígena con plenas convicciones de su legado ancestral.
Los indígenas hablan de cosas bonitas y asombrosas que suceden a quien se deja atrapar por los encantos de la selva y la llanura; manifiestan que son invitados a reunirse con los dioses del agua, de las montañas y con algunos espíritus del cosmos.
Milciades Sánchez, gobernador del Cabildo Corozal Tapaojo le dijo a Actualidad Étnica que "este proyecto fue maravillosos y que va ser muy fructífero; hay cosas que no conocíamos, pero que ahora sabemos de su valor, esto nos exige un compromiso a quienes recibimos esta enseñanza: ir a las comunidades y a multiplicar este esfuerzo y esta capacitación para que toda la población del resguardo tenga un conocimiento básico".
Milciades valoró la importancia de la capacitación, pero considera que ésta no debe concluir, "debe haber un seguimiento al proceso, un solo taller que se haga y no se continúe va a crear expectativas que terminan frustrando a quienes se entusiasmaron con la iniciativa. Pero si el proyecto sigue va a generar un verdadero proceso organizativo y facilitará la coordinación entre la Jurisdicción Especial Indígena y le Sistema de Justicia Ordinaria".
Los asistentes al taller proyectaron la conformación de un Tribunal de Justicia indígena para sus pueblos o para cada pueblo; este tribunal podía ser el consejo de ancianos revestidos de facultades judiciales, que de hecho ya las tienen o un grupo de indígenas elegido por las comunidades con potestad de ejercer justicia propia.
Los indígenas evidenciaron que el mundo de los reinos no es una invención de los cuentos de hadas, ni un recuerdo de los grandes imperios que se esfumaron pese a su inmenso poderío; las culturas indígenas se proyectan para vivir en sus reinos con amor y justicia. Por eso es muy importante para ellos ejercer su autonomía jurídica y preservar su identidad, que definen como el "arraigo a sus principios y valores ancestrales".
Los ancianos presentes en la reunión sostuvieron que la identidad va ligada a su sabiduría adquirida tras duras batallas unas ganadas y otras que se perdieron en medio de interminables vivencias. Según Francisco Salazar la identidad es la caracteriza a los indígenas como hijos de la tierra, gente de la sabana, gente del río, hijos del sol... en este sentido la identidad se convierte en un grado de conciencia de ser y de sentirse...
El abogado Salazar explicó que la identidad es un Derecho Colectivo de los pueblos indígenas; "es un derecho del cual hablan los tratados internacionales, el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, establece la identidad de los pueblos, en este sentido es un derecho que se puede tutelar si se emprende una acción que pueda vulnerar ese derecho que surgió y se hizo colectivo debido a que en el mundo surgen pueblos que reclaman sus derechos de manera colectiva".
Luego de una calurosa despedida y de compartir por tres días sus experiencias, sus percepciones del Derecho Mayor y su mirada del mundo cada uno de los asistentes al taller emprendió el viaje de regreso a sus respectivos territorios, unos al Vichada, otros a Orocue, otros a Humapo -pueblo achagua- en fin a sus ríos, montañas y sabanas, no sin antes ofrecer un afectuoso mensaje de bendicion y expresando sus anhelos de reunirse otra vez.
El encuentro con la justicia intercultural dejo grandes satisfacciones y expectativas; "se contó con el apoyo significativo de las comunidades, con su entusiasmo, lo cual genera grandes expectativas en torno a su derecho propio y de sus posibilidades de articulación con las justicia ordinaria. Esto es muy importante para las comunidades, pues se trata de su propia vida y una función pública tan necesaria para la supervivencia, para la tranquilidad, para la paz y la justicia. Los indígenas han tomado esto en sus manos y hoy vemos como regresan a sus comunidades llenos de proyectos y compromisos", concluyó Francisco Salazar.