Comunidades indígenas Nasa discuten la problemática alimentaria generada por cultivos transgénicos y proponen estrategias propias en agricultura para evitar el uso de productos químicos que afectan la calidad de los alimentos.
Teniendo en cuenta el daño que causan los químicos, es que las comunidades están en contra de las semillas transgénicas, en este caso el maíz transgénico. Este es un producto que viene desplazando las semillas nativas que hasta el momento las comunidades las han conservado. Los cultivadores están en desacuerdo con los productos transgénicos porque sienten que cada día se vuelven más dependientes de las casas agrícolas.
"Cuando nos acostumbramos a estas semillas genéticas estamos condenados a seguirlas comprando, ya que estas sólo producen una cosecha, además tenemos que depender de paquetes químicos que son vendidos por las mismas empresas de Monsanto. Si cultivamos estas semillas vamos a tener buena producción pero estos alimentos no van a ser aptos para el consumo humano y en caso que las personas consuman estos alimentos van a sufrir problemas de salud o nuestros futuros hijos van a nacer con deformaciones según el estudio realizado por entidades de salud", afirma Liliana Castaño, integrante de Semillas de Identidad, desde donde vienen trabajando la propuesta de declarar los territorios indígenas libres de transgénicos, especialmente en el norte del Cauca.
El Tejido Económico Ambiental en coordinación con la organización Semillas de Identidad realizó un taller con productores agropecuarios de la vereda Bodega Alta y El Nilo, Resguardo de Huellas Caloto, Cauca, con el objetivo de analizar la problemática alimentaria que viven las comunidades, no sólo en el norte del Cauca, si no en todo el territorio nacional.
El evento contó con la participación de cerca de 25 personas que vienen implementando las huertas Tull como forma de resistencia alimentaría ante el modelo económico que desplaza a pequeños productores; en este caso a la población indígena y campesina de todo el país.
"Nueve empresas transnacionales quieren apoderarse de todas las semillas para patentarlas, entre ellas está Monsanto, que controla todas las semillas y químicos del mundo. Por eso debemos conservar nuestras variedades de maíz como patrimonio alimentario de las comunidades indígenas, porque sabemos que si nosotros conservamos y sembramos semilla limpias estamos luchando ante el modelo capitalista que todo lo volvió negocio, además, si sembramos productos sanos podemos brindarle una buena alimentación a la familia."", reflexiona Saulo Mestizo, agricultor de la vereda Bodega Alta Caloto.
Al final de la jornada hubo un intercambio de semillas de maíz entre los participantes, con el ánimo de que todos implementaran lo aprendido a través de la siembra y la conservación de las semillas para la pervivencia de los pueblos y la soberanía alimentaria
Agricultura tradicional indígena
Algunas comunidades en el norte del Cauca han venido trabajando estrategias propias en la agricultura, como es la implementación del Tull Nasa -la Huerta-, que juega un papel muy importante en las comunidades indígenas porque es allí donde el Nasa cultiva todos los productos del campo que hacen parte de la canasta familiar.
Por eso, las personas que tienen su Tull son menos dependientes de los productos que venden en las galerías y supermercados de los pueblos como Caloto o Santander de Quilichao. Por el contrario, estas personas llevan algunos productos que le sobran del Tull para venderlos.
Quienes tienen huertas van al mercado del pueblo, sólo a comprar los productos que no se dan en su huerta, como el arroz, la manteca, el aceite de cocina, el chocolate, la harina de trigo, entre otros. Estos productos también son importantes, ya que son complementarios para la dieta alimentaria de las familias.
Es interesante mencionar que los productos del Tull son cultivados sin químicos para no afectar la salud de las familias, más bien, los productores aprovechan las basuras y el estiércol de los animales para preparar sus propios abonos orgánicos, que utilizan para echarle a las plantas que siembran a diario, con el propósito de alimentar a sus hijos.
