Las 1300 personas que constituyen la Comunidad de San José de Apartadó, ubicada en la conflictiva zona del Urabá antioqueño, celebran ocho años de recorrido como propuesta que busca alternativas de vida digna en medio de la guerra.

 

Sin embargo, sus inmensos esfuerzos, que le han valido un reconocimiento nacional e internacional, no han sido suficientes para que la tranquilidad sea una realidad en la región, toda vez que desde su misma constitución las violaciones han sido sistemáticas y constantes, al punto que en los ocho años se han registrado 380 acciones violatorias, con el triste saldo de 146 personas asesinadas.

 

Como lo reconocen las propias comunidades, buena parte de las vejaciones y atropellos han sido cometidos por la Fuerza Pública, en combinación con los grupos paramilitares.

 

“Toda la creatividad de la muerte se ha utilizado contra nosotros; todos los métodos y acciones de terror: asesinatos, desplazamiento, desapariciones, desalojo de tierras, torturas, amenazas, calumnias, judicializaciones, quema de cosechas y viviendas, violaciones carnales, robos, bloqueos, bombardeos”, expresa la Comunidad de Paz.

 

A pesar de ese crudo panorama que aún los sigue golpeando, las 1300 personas que integran la comunidad no renuncian en sus sueños por alcanzar tranquilidad, para cual continúan generando formas de vida justas.

  

“Cuando comenzamos éramos sólo 350 personas; hoy la comunidad somos más de 1.300 personas y ahora anexándose en búsquedas de respeto las demás veredas, mostrando que tiene sentido nuestra búsqueda”.

 

A continuación Actualidad Étnica presenta el comunicado emitido por la Comunidad:

 

Una búsqueda de vida ante el terror y la muerte: octavo aniversario de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó

 

Desde hace ocho años nuestra comunidad comenzó a caminar en la búsqueda de alternativas de crear espacios diferentes en medio de la guerra. Cuando comenzamos, la realidad era igual a la de hoy: una guerra que se ensaña contra la población civil y en la que los actores armados (ejército-paramilitares y guerrilla) no se abstienen de utilizar y crear nuevos métodos de muerte y destrucción.

  

Desde ese día hasta hoy han sido innumerables las vejaciones y atropellos que hemos sufrido, la gran mayoría realizadas por la fuerza Publica en acción conjunta con los paramilitares. Hoy se suman más de 146 asesinatos y más de 380 violaciones de derechos humanos. Toda la creatividad de la muerte se ha utilizado contra nosotros; todos los métodos y acciones de terror: asesinatos, desplazamiento, desapariciones, desalojo de tierras, torturas, amenazas, calumnias, judicializaciones, quema de cosechas y viviendas, violaciones carnales, robos, bloqueos, bombardeos (anexamos los hechos recogidos durante estos años).

  

Pero en medio de este panorama hemos creado mucha esperanza y ante los hechos de muerte hemos sembrado vida, generando ilusiones para aquellos que vivimos en medio de la guerra tanto en nuestro país como en otros lugares del mundo. Hemos ido generando una nueva forma de vida más justa, más solidaria con búsquedas de dignidad para todos, todo ello desde el trabajo comunitario y conjunto, desde la formación y desde una economía solidaria.

  

Cuando comenzamos éramos sólo 350 personas; hoy la comunidad somos más de 1.300 personas y ahora anexándose en búsquedas de respeto las demás veredas, mostrando que tiene sentido nuestra búsqueda.

  

Hoy nos enfrentamos a uno de los momentos más oscuros: la paramilitarización no sólo de Urabá sino de todo el país. Mientras tanto, el mundo está a las puertas de sufrir una afrenta contra la dignidad humana al intentar buscarse total impunidad para los horrores de muerte que son la infinidad de crímenes de lesa humanidad realizados por los paramilitares y en la mayoría con la complacencia y el accionar conjunto de la fuerza Pública.

  

Pero el triunfo de esta injusticia no es sólo la impunidad para los crímenes cometidos. El plan de exterminio continúa y se viene realizando por parte del paramilitarismo que sigue actuando protegidos por el silencio. Su desmovilización es una farsa y fe de ello podemos dar las víctimas.

  

Una de las últimas acciones para consolidar el paramilitarismo es el desalojo y toma de tierras para la construcción de sus proyectos económicos y militares. Basta contar rápidamente lo sucedido este año: los paramilitares han ido tomándose veredas y desalojando campesinos después de operativos militares que se dan cada mes o cada dos meses usando bombardeos indiscriminados, torturas, detenciones y judicializaciones.

  

Hace un año la vereda Mulatos tenía 98 familias y en estos meses han sufrido ocho desplazamientos en donde la Fuerza Pública ha bombardeado, ha quemado sus pertenencias, casas y cosechas, han sido torturados, detenidos, asesinato de niños. Hoy dicha vereda sólo cuenta con 11 familias. Los paramilitares han tomado Rodoxali, la  vereda contigua y han anunciado que la próxima vereda a tomar es Mulatos.

  

La misma historia han sufrido la Esperanza y el Porvenir veredas deshabitadas por la misma estrategia de muerte, bombardeos y quemas. Veredas vecinas a estas como Playa Larga han sido tomadas por los paramilitares con el apoyo de la Fuerza Pública.

  

Por todos estos hechos hemos decidido crear zonas de Paz en cada vereda; en estos lugares humanitarios se exige la no presencia de ningún actor armado y las familias podrán refugiarse en ellas en caso de combate o bombardeos. Estos espacios contarán con medios de comunicación para dejar constancia de las acciones en contra de la población civil y para facilitar la búsqueda del respeto en medio de las confrontaciones.

  

Las zonas de Paz  son lugares demarcados visiblemente para que allí no se agreda a la población civil y para que no exista presencia de ningún actor armado. Allí no se admite ninguna clase de arma o artefacto de guerra o cualquier elemento logístico de los actores armados pues estas zonas son exclusivamente para la población civil. De esta forma no se desalojará a la gente de sus veredas y será más fácil exigir respeto para sus productos, posesiones y viviendas. Estas zonas serán además lugares de encuentro para la formación y organización de la vereda. Los espacios humanitarios serán las escuelas y sus alrededores donde se vienen construyendo unos kioscos. Las veredas que han tomado dicha decisión y exigen un respeto a esto son Cristalina, La Linda, Miramar, Bellevista, Buenos Aires, Alto Bonito, Arenas Bajas. Asimismo se comienza el retorno a la vereda la Esperanza con varias familias pertenecientes a la Comunidad de Paz de San José.

  

Estas búsquedas son alternativas de vida en medio de tanta muerte y dificultades. Estos avances son posibles gracias al apoyo nacional e internacional de muchas organizaciones, es por ello que ante esta solidaridad que nos han manifestado siempre, queremos invitarlos a que nos acompañen y se solidaricen con estas búsquedas de zonas de paz, como lugares humanitarios y el retorno a La Esperanza. Estas alternativas de vida desde opciones civiles se harán públicas y comenzarán a funcionar el 23 de marzo de 2005 en el octavo aniversario de la Comunidad de Paz de San José. 

  

Por ello los invitamos a participar. La celebración comenzará el 22 y 23 de marzo y se harán visitas a tres lugares de paz- zonas humanitarias- y una reunión con las familias de los demás lugares. En las zonas humanitarias colocaremos una placa para inaugurar y declararlas zonas de paz. El 23 en la noche tendremos un conversatorio sobre el sentido y búsqueda de verdad, justicia y reparación y el proceso de los paras en la zona de Urabá como un plan de la paramilitarización. Luego un rato cultural con una obra de teatro.

 

Para nuestras búsquedas y alternativas es esencial su acompañamiento y su solidaridad por ello los invitamos a estar participando de esta iniciativa de vida.

 

Comunidad de Paz de San José de Apartadó

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