Los Andoque llegaron a ser muy pocos en 1900, pero como los pájaros, volaron muy alto  y volaron alto no porque tenían alas, sino porque querían.

Presentación  

Entre los pueblos indígenas reconocidos por la Constitución Política de Colombia como nuevos sujeto de derecho, distintos del sujeto individual, al ser valorados por la diversidad de sus costumbres y usos sociales, así como por su sentimiento y capacidad para arreglar autónomamente sus asuntos, se encuentran referentes de la cultura, es decir, marcos o conjuntos cognitivos, que sirven de guía para los comportamientos, otorgan significaciones compartidas socialmente y llevan a un manejo previsible, por parte de sus miembros, frente a determinadas realidades. Unos de estos campos que se aprenden por procesos de sociabilización muy tempranos, son los que están enfocados a prevenir y mantener la armonía deseada y también a manejar los acontecimientos y las personas que la rompen.

 

Manifiestan estos 93 pueblos, como conciben y trabajan la verdad y los secretos o lo que todo el mundo sabe sin necesidad de ser evidenciado para, ritualmente, encontrar salida al rencor, a la rabia, a la sed de venganza, todas acciones tendientes a generar más violencia, es decir, actos deliberados e intencionales orientados a hacerle daño a otros.

 

Estos pueblos indígenas practican principios muy bien instrumentalizados para la resistencia y protección frente a la destrucción y a la vulneración de la propia integridad como colectivos. El manejo de la verdad, el mantenimiento perenne en la memoria plural y colectiva de los hechos y la capacidad para seguir existiendo como pueblos distintos, pese a la adversidad, son manifestación de las estrategias transmitidas de generación en generación, dignas de conocerse, reforzarse y extenderse como aporte valioso para contribuir a la paz de Colombia.

 

Estas vías son diferentes a las que se han venido aplicando en otros continentes[2] y países cercanos[3] y en Colombia misma[4]. Basta una mirada con algunos ejemplos para encontrar verdaderas contribuciones intelectuales que desde la experiencia enseñan que sí es posible retornar a la paz, controlando los impulsos agresivos y violentos, mediante mecanismos no solo racionales, sino emocionales y afectivos, capaces de lograr otros estímulos, que potencian la organización para que resurjan condiciones para la vida con sentido. Estas practicas, que también manifiestan la expresión de la diversidad étnica y cultural, realizadas por años y que de tanto repetirse se volvieron costumbre, bajo el modelo del Estado monocultural se mantuvieron y se realizaron en la penumbra, ignoradas y desvalorizadas resistiendo estos pueblos para no incorporar “el perdonaos los unos a los otros” o “la resolución pacifica de conflictos”, ampliamente difundidos. Muchas de sus tradiciones, entran a la nueva historia de Colombia, es decir al Estado multicultural y multiétnico, para ser valoradas en sus infinitas diferencias, con la obligatoriedad y compromiso de todos los colombianos, no solo para tratarlas como dignas en logros para vivirlas internamente en su propio entorno, sino en salidas muy valiosas para contribuir a la sociedad mayoritaria.

 

Partimos de la convicción que el desarrollo humano y con este la internalización de los horizontes de vida buenos, provienen de seres humanos que han ejercitado principios considerados como máximas de optimización de lo deseable para todos. Aunque abstractos, podemos reconocer en la cotidianidad de manera muy sencilla, como se viven y como no son universales. El desarrollo es entonces, el resultado de personas más capaces para vivir con otros, para aunar esfuerzos comunes que permitan la vida y la mejor vida posible para todos. Una sociedad desarrollada crea seguros desde la cultura, que sancionan el desconocimiento de los métodos adecuados para el control de toda desviación que surja.

 

Un extraordinario ejemplo para demostrar estos procesos es el que llevan a cabo los andoque habitantes del Caquetá[5].

  

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[1]Colombiana, antropóloga de la Universidad de los Andes. Actualmente elabora tesis doctoral en Derecho, en la Universidad de Amsterdam - Holanda. Ha dedicado su vida profesional al campo especializado de la Antropología Jurídica..

[2] Africa. Reconocimiento público de las agresiones y enjuiciamiento para ciertos casos.

[3] El Salvador. Comisión investigadora de la verdad e informe público.

[4] Apoyo de tribunales e instituciones externas para el reconocimiento publico de la verdad.

[5] Todos los textos de este trabajo han sido tomados de: Landaburu Jon y Pineda C Roberto, 1984, Tradiciones de la gente del hacha. Mitología de los andoque en el Amazonas. Instituto Caro y Cuervo // Unesco. Imprenta del Caro y Cuervo, Yerbabuena

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