Por: Mario Serrato/

El órgano de estadística del gobierno, conocido con el nombre de Departamento Nacional de Estadística, DANE, se presta para hablar mierda cada vez que los diferentes gobiernos necesitan convencernos de su  eficiencia o de lo acertado de sus políticas.

 Hace unos meses ese departamento aseguró que la pobreza en Colombia se reducía de forma vertiginosa. En cuanto los economistas no alineados revisaron los datos, confirmaron que se trataba una modificación mamagallística en el método de medición.

El truco, (porque no tiene otro nombre) consiste en reducir artificialmente, desde un escritorio en el último piso de un edificio inteligente de Bogotá, la cantidad de dinero que un chocoano necesita para comer en la orilla del río Atrato y la cantidad de ingresos que un obrero necesita para su subsistencia, la educación de sus hijos y el arriendo en las ciudades de Palmira, Barranquilla o Bogotá.

Según los funcionarios de esa entidad estatal, con 300 mil pesos aproximadamente un colombiano pobre podía vivir dignamente, pero una mañana alguno de estos ilusionistas de la estadística y de las probabilidades, contestó una llamada de alguien con dicción gangosa, recibió instrucciones imperativas y al rato se metió a la sala de juntas con lo más calificado de su personal.

Unos días después de esa llamada misteriosa y de esa reunión de clarividentes, el ente estatal, pagado con nuestros impuestos, convocaba a una rueda de prensa en la que le explicaba a Colombia que sus pobres se estaban extinguiendo.

El argumento parecía un artilugio de mercaderes. Según informaron, con júbilo cínico, un colombiano con solo 190 mil pesos mensuales, disponía de dinero suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Es decir, ya no se encontraba en el mundo de los pobres.

Hace tres días, el DANE, con su director al frente, un tipo de apellido Perfetti, convocaba a una rueda de prensa y en ella comunicaba que el desempleo en Colombia se encuentra en menos del 9 por ciento.

En sus tablas de medición los funcionarios del DANE juran y comen mocos cuando concluyen, y quieren hacernos creer, que una persona se encuentra empleada por ir hasta una entidad receptora de pagos a pagar el recibo del agua de su vecina y recibir 5 mil pesos por el mandado.

Esos mismos funcionarios, o al menos su director, aseguran que una persona no debe estar en la lista de quienes buscan empleo, y por tanto en la lista de desempleados, al quedarse toda la tarde sentado en la banca de algún parque, debido a que no buscó trabajo, situación que los lleva a concluir que no lo necesita. No consideran que no dispuso de dinero para el bus o que no le alcanzó la plata para sacarle fotocopia a otra hoja de vida o que quien le prometió trabajo no estaría ese día para atenderlo.

Los argumentos de los genios de la estadística que trabajan en el DANE, en ocasiones parecen malabarismos retóricos realizados con maniobras numéricas y ecuaciones incomprensibles.

Sus inexplicables conclusiones presentan tanta relación con la realidad como el Castro chavismo del energúmeno de Uribe o una noticia en la que se asegure que el Procurador Ordoñez se afilió la semana pasada al Partido Comunista.

Los funcionarios del DANE gozan de altas calificaciones en sus diferentes profesiones. Ingenieros abogados, sociólogos, trabajadores sociales y economistas, conforman un contingente de brillantes profesionales colombianos obligados a dejar a un lado su profesionalismo para dar paso a la mentira y a la politiquería.

Estos profesionales que merecen todo el respeto, son usados por los dirigentes políticos para desinformar, para engrupir, para mentir. Y esos políticos, en este caso gobernantes, parecen experimentar un indescifrable placer al ocultar realidades evidentes.

Un departamento de estadística serio, dirigido con independencia y autonomía, protegido de las veleidades siempre sucias del poder, entregaría información que nos permita confirmar lo que todos ya sabemos: que el 60% de los colombianos carece de empleo. Que la pobreza no se ha reducido sino que ha crecido. Que la educación es cada día más difícil de alcanzar. Que la salud es un negocio criminal y que el nivel de vida del común de los colombianos sigue en franco deterioro.

Mientras el DANE siga bajo el control de gobernantes ilusionistas y embaucadores será una entidad sin credibilidad, un recinto de habladores de mierda.

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