Quién no recuerda las clases de historia, donde nos enseñaban - a unos a punta de regla- sobre el grito del 20 de Julio de 1810, donde el enfrentamiento por un florero entre españoles y criollos se convirtió en el punto de partida de la independencia del país.

Pero después de escuchar de patrias bobas y reconquistas, lo claro es que pasamos de la independencia a la dependencia. Doscientos años después la esclavitud y la explotación son diferentes pero afectan como siempre a los más pobres, a los afros, a los indígenas y a la madre tierra.

Todavía continúan las grandes propiedades de tierra en manos de gamonales y terratenientes beneficiados (hoy investigados, mañana absueltos) por Agro Ingreso Seguro. Antes existía el pago de terraje, ahora por culpa de la guerra muchos campesinos e indígenas se ven obligados a desplazarse y casualmente sus parcelas aparecen sembradas de palma. Y no queda otra, sino trabajar en estas misma palmicultoras o en las haciendas de sus dueños.

¡Trabajo o servilismo!, cual sería el nombre mas apropiado cuando las leyes laborales del país y la famosa flexibilización laboral sólo buscan garantizar mano de obra barata para las maquilas y las grandes empresas. Mientras otras leyes facilitan la entrada de las multinacionales para que supuestamente inviertan en el país.

Sólo un ejemplo de estas políticas económicas y agrarias es la importación de más de 3.400.000 toneladas de maíz al año y 1.200.000 toneladas de trigo. Pronto nuestros campesinos e indígenas solamente conseguirán maíz en los grandes supermercados del transgénico como Carrefour, Olímpica y Éxito.

Con el Plan Colombia, las 7 bases militares, el TLC y la importación de alimentos son el ejemplo vivo que continuamos sujetos o subordinados a un poder trasnacional, nos cambian las leyes para favorecer su llegada y para arrebatarnos nuestros territorios, la vida y la dignidad como pueblos.

A pesar de esto, la verdad sale a flote. Hoy los medios registran la condena de la corte constitucional a Salvador Arana (ex embajador en Chile durante el actual gobierno) quien en alianza con escuadrones de la muerte asesinó al ex alcalde de El Roble Sucre por denunciar las verdades que tanto reiteramos aquí.

Verdades que se suman al clamor de muchas otras que emergen desde los pueblos dignos que todavía luchan por defender la vida. Por eso nuevamente se hace un llamado, a juntarnos, a tejer una vida posible y necesaria, a que de nuestras gargantas nazca un grito de libertad ¡de verdadera independencia!

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