Por: Héctor Pineda S. *

Cuando el extraditado paramilitar Salvatore Mancuso dice que se reunió con el ex presidente Álvaro Uribe, en el mismo día en que se discute  el proyecto de ley conocido como legislación para la paz, casi que a la misma hora en que se anuncia la entrada en vigor el TLC (que obligó al Estado a una profilaxis humanitaria), cuando el Presidente Santos acelera el desmarque con su antecesor en la presidencia (“cosa del pasado, dijo”), cuando arrecian las amenazas contra el alcalde de Bogotá Gustavo Petro y se rumora que le “respiran en el cuello para tumbarlo en el mes de noviembre”, cuando las sindicaciones arteras proliferan en algunas voces desde el Concejo, es decir, cuando los signos de la desestabilización, visibles y ocultos, se aceleran, casi a la media mañana de este martes que pasó, en un semáforo del norte de Bogotá, adherida al blindado en el que se movilizaba el ex ministro Londoño (como rémora en la costilla del tiburón), explota una bomba que lo hiere de gravedad, deja un reguero de heridos y dos escoltas muertos. Un atentado devastador en toda la dimensión.

Las cámaras en las cuales quedó registrada la bitácora del atentado, sin duda, dejan la evidencia de que fue fríamente calculado. Con el disfraz de estudiante de la salud y cabellera de vendedor ambulante (proliferan en la esquina del atentado) se observa al personaje caminando sin prisa, desparece de la visual de la cámara (¿conocía de antemano el alcance?) y luego se observa la humareda, segundos después de la explosión. Aparece corriendo por la ruta de escape, sin ninguna afectación auditiva (¿usaba algún tapón para mitigar la onda explosiva?) ni de equilibrio (un transeúnte pierde el equilibrio y cae por efecto de la explosión) y corre hasta una moto que, antes del atentado, lo ha dejado y luego lo recoge para la huida.

Observando el video, presentado en varios noticieros de televisión, pareciera que los autores materiales, por la frialdad con la que actúan y estar en el lugar sólo segundos después de que se ve pasar el blindado, indicaría, por lo menos, que tenían conocimiento y pleno control de la escena y sobre la ruta del vehículo del ex ministro (¿lo estaban siguiendo? ¿Lo monitorearon desde las cámaras instaladas en la ruta que tomó el blindado?);  la aproximación al objetivo, con desaparición de la visual de la cámara, indica que sabían a la perfección los tiempos del semáforo o de alguien (¿es posible manipularlo?) que manipularía las frecuencias del semáforo.

Antes que voces de indignación y rechazo, como en un libreto pre estudiado, se escucharon y se siguen escuchando las declaraciones que insisten en la cantaleta política de expresar la cerrera oposición contra el presidente Juan Manuel Santos y su agenda gubernamental. Quienes así actúan, no disimulan estar  “surfeando” sobre la ola de la onda de la explosión de la bomba contra el ex ministro Jorge Londoño.

Para completar la escenificación de lo que podría ser una reedición del uso de la violencia para afirmar postulados y paradigmas que el actual gobierno viene insistiendo en superar, entre los primeros capturados se dice se encuentra un desmovilizado de las Farc, que, como lo hace todo desertor, su libertad está sujeta a la cooperación con la fuerza armada contraria que combatía. Extraño, por decir lo menos,  que un desertor de las Farc esté vinculado a un atentado que se le atribuye a la guerrilla de la cual deserto. Aquí, otro interrogante adicional.

Entonces, en medio de bochinches e insultos, con una oposición rastrera, con seguimiento de  abogados poniendo querellas y denuncias en su contra, al actual alcalde Gustavo Petro le corresponderá lidiar con lo que se evidencia como un fenómeno auspiciado por bandas criminales expertas y dispuestas a combinar todas las formas de lucha.

Desactivar semejante empresa criminal, además de rigor en la labor de gobierno, necesariamente, tendrá que encontrar el acompañamiento del Gobierno Nacional, jerárquico superior en la preservación del orden público. Enorme desafío que debe contar con el acompañamiento de la ciudadanía, movilizada (como se hizo), rechazando la violencia.

 

*Constituyente de 1991

Escribir un comentario

Código de seguridad
Refescar