Por Mario Serrato/
Si el almirante José Prudencio Padilla hubiese nacido hoy, con seguridad no habría llegado a ningún alto rango en la oficialidad de la armada.
Su innata habilidad en la batalla naval, su recia personalidad y su coraje en los mares, hoy serían usados en la cocina de un casino de oficiales incompetentes y en lustrar los zapatos de jóvenes guardiamarinas bien parecidos, con apellidos rimbombantes y ninguna vocación. Su condición de persona de raza negra le habría imposibilitado alcanzar el rango de almirante y por supuesto poner su talento a disposición de su país.
Muchos almirantes y contralmirantes creen que la inmaculada blancura del uniforme de gala de los oficiales de la armada, no puede contener la piel de una persona de raza negra entre sus costuras.
En un acto lamentable y cruel, acaecido el 15 de octubre de 1995, el cadete chocoano, Sossir Palomeque Torres, quien en 1993 había ocupado el cuarto lugar entre los mejores bachilleres de Colombia, prendió fuego a su superior Humberto Antonio, oficial de policía y conocido atleta de alto rendimiento.
El oficial murió al calcinársele los pulmones, mientras, el joven cadete de raza negra, sigue pudriéndose en alguna de las congestionadas cárceles de Colombia. En su defensa, durante el juicio, alegó que el oficial Humberto Antonio lo tenía agobiado con sus insultos racistas y su conducta discriminatoria.
En la casa del fallecido general Luis Carlos Camacho Leyva no era conveniente asignar guardias de raza negra para la vigilancia y seguridad de su familia porque su esposa los repelía apelando a toda su influencia y odio racial. Esta situación me la comentó un soldado de la policía militar que tuvo la mala fortuna de prestar guardia en esa casa y a ese general: personaje recordado por la forma caballística y electrizante testicular con que aplicó el estatuto de seguridad de Turbay.
En reciente suceso, el soldado Jonatan Martínez, patrullero de la policía, se vio obligado a denunciar ante la Fiscalía General de la Nación al sargento Fredy Quintero por actos de racismo y discriminación en los que no lo bajaba de: “Negro hijueputa retostado”. “Esclavo, pase a lavar los baños". "Es que no se le pueden soltar las cadenas a ustedes”(Piedad Bonnett, El Espectador, 13 de julio 2014). A lo anterior deben sumársele los múltiples actos de discriminación en las labores del soldado que sin duda el sargento que se siente caucásico, le impone en uso de su autoridad.
Seguramente el sargento Fredy Quintero alegará en la fiscalía que lo que dice y hace a Jonatan Martínez son manifestaciones de cariño normales en la vida militar. Que no debe sentirse ofendido porque lo llame negro hijueputa, o esclavo al que no deben soltársele las cadenas. Y que lavar los baños o trabajar en la cocina, son actividades para las cuales nacieron y están destinadas las personas de su raza.
Es posible que la denuncia de Jonatan Martínez termine en las manos de un fiscal que piense igual al sargento Quintero, y por último, el proceso sea fallado por un juez que considere inocua la denuncia. Caso en el cual emitirá un fallo injusto y sacapiedras.
En tales casos solo estaremos eludiendo la solución del problema y preparando el escenario para que otro Palomeque aparezca en escena lleno de rencor y de odio, a reclamar justicia y cambios en las conductas de los jerarcas de las fuerzas militares y de Policía, con métodos que todos censuramos.
El trabajo que se ha adelantado en materia de derechos humanos en las fuerzas militares y la policía a veces parece perdido e inocuo.
A los hechos de racismo denunciados en esta columna, se deben sumar los casos de crueldad en aparentes actos de iniciación en el mundo militar, algunos de ellos filmados y documentados con detalle.
Las fuerzas militares y la policía están obligadas a respetar y hacer respetar, en todos sus miembros, la dignidad y la condición humana que los acompaña. No pueden seguirse presentando actos de racismo en una nación que se declaró multiétnica y pluricultural. Tampoco podemos permitirlos.
Mientras, la comunidad afrodescendiente en Colombia, debe seguir de cerca al proceso iniciado contra el sargento Fredy Quintero. Puede suceder que salga del juzgado absuelto y llegue a su regimiento para recibir una medalla al valor y una distinción por servicios destacados a la patria.
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