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A propósito del debate generado con la reanudación de las fumigaciones en la frontera Colombia-ecuatoriana, Carlos Hernán Castro Almario, sociólogo especialista en gerencia de salud pública, advierte que las aspersiones con glifosato si afectan la salud humana. “La discusión de la validez de las fumigaciones con glifosato es un tema que trascendió el ámbito ambiental y político, convirtiéndose en materia de la ética y la dignidad humana”, sostiene el investigador.

Las fumigaciones con glifosato si afectan la salud humana

Por Carlos Hernán Castro Almario*

Es absurdo que se siga diciendo en el país que fumigar en forma aérea con glifosato es válido porque no afecta la salud humana.

“Salud no es solamente ausencia de enfermedad. Es el estado de bienestar mental, físico y social de los individuos y la comunidad” ha dicho ya hace muchos años la Organización Mundial de la Salud (OMS) la autoridad planetaria en este tema. Sin embargo, los expertos que mencionan la no afectación a la salud humana de las fumigaciones aéreas con glifosato, de manera tendenciosa buscan ocultar el enorme daño que causa a los humanos en su salud. Al parecer los expertos reducen la afectación a la sola presencia de cuadros clínicos de patologías o afectaciones fisiológicas como si cada uno de los seres humanos solo fuéramos un saco de huesos, carne y fluidos corporales.

Este planteamiento al estar por fuera de la definición integral de salud que ha hecho la OMS deja sin piso moral y legal un pronunciamiento de tales proporciones, pues como testigo presencial en la condición de servidor público hemos constatado la afectación al bienestar mental, físico y social de los individuos y la comunidad victima de las fumigaciones aéreas con glifosato. Por su puesto estos impactos son los indicadores claros de afectación a la salud humana.

El médico y catedrático Luis Alfonso Vélez en su libro Ética Médica, plantea que “el bienestar social también hace parte de la salud; si una persona goza de tranquilidad con su familia, con las personas donde trabaja y con su circulo social, tiene salud”.

Cosa muy contraria a lo que sucede con las personas y comunidades que han sido víctimas de la fumigación con glifosato, en donde sus valores y creencias en las cuales se sustentan los lazos de relación con su entorno natural y social, son violentados por el efecto de decisiones que se basan en la percepción centralista que desde Bogotá tiene la elite gobernante sobre el tema.

Por otra parte, no se puede justificar una acción del Estado Social de Derecho colombiano sobre la acción ilegal y desastrosa que realizan los narcotraficantes cuando en el procesamiento de la hoja de coca utilizan un sinfín de químicos que afectan al ambiente y la salud, puesto que el fin esencial del Estado Social de Derecho es la defensa legal de la dignidad humana.

La discusión de la validez de las fumigaciones con glifosato es un tema que trascendió el ámbito ambiental y político, convirtiéndose en materia de la ética y la dignidad humana en donde se debe concurrir dinámicamente como pueblo soberano para garantizar la permanencia del Estado Social de Derecho y con él la salvaguarda de los derechos humanos como fin esencial de un pueblo civilizado como el colombiano.

No se está en contra de la erradicación y sustitución de los cultivos de uso ilícito. Existen alternativas para la erradicación de los mismos que van tomando forma como la erradicación manual que solo le falta consolidar la forma adecuada de sustitución; pero en lo que si no se puede estar de acuerdo es que bajo una interpretación amañada se siga promoviendo la legitimidad de un sistema que de manera dramática afecta a la salud humana como la fumigación área con glifosato.

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